Durante los últimos años, la Web3 ha sido uno de los conceptos más discutidos en la evolución de Internet. Prometía una nueva era descentralizada, sin intermediarios, con plena soberanía de datos y propiedad digital para todos. Sin embargo, a pesar del entusiasmo inicial, el ecosistema Web3 parece haber perdido impulso. La caída en el volumen de transacciones, el descenso de usuarios activos, y una percepción general de confusión han llevado a muchos a preguntarse: ¿estamos ante un fracaso temporal o simplemente ante una visión que fue malinterpretada?
¿Qué es la Web3?
La Web3 es la tercera generación de Internet, que se basa en tecnologías descentralizadas como blockchain, contratos inteligentes y tokens no fungibles (NFTs). Su objetivo es reemplazar el modelo actual centralizado —donde grandes empresas controlan los datos y las plataformas— por un ecosistema donde los usuarios tengan el control directo de su identidad digital, activos y participación.
En teoría, la Web3 permitiría crear redes sociales sin censura, economías digitales abiertas, y nuevas formas de colaboración. Sin embargo, en la práctica, los obstáculos han sido más profundos de lo que muchos anticipaban.
Señales de estancamiento
Diversos indicadores muestran que la Web3 no ha mantenido el ritmo prometido:
- El número de usuarios activos en dApps (aplicaciones descentralizadas) ha disminuido en múltiples cadenas de bloques, con una migración hacia plataformas más tradicionales.
- El mercado de NFTs, que vivió un boom en 2021, ha colapsado en volumen de ventas, con muchas colecciones perdiendo hasta el 90% de su valor.
- Las DAOs (Organizaciones Autónomas Descentralizadas) han enfrentado problemas de gobernanza, decisiones poco prácticas y baja participación en votaciones.
- Los reguladores han intensificado su presión sobre criptomonedas, exchanges y proyectos Web3, generando incertidumbre jurídica.
Estos factores han llevado a una pérdida de confianza por parte de inversores, desarrolladores y usuarios, generando lo que algunos ya llaman “el invierno de la Web3”.
¿Fracaso o falta de madurez?
Para algunos expertos, hablar de fracaso es prematuro. La Web3, argumentan, sigue en una etapa muy temprana de desarrollo, similar a cómo lucía la Web en los años 90. En aquel entonces, muchos pensaban que Internet era una moda pasajera. Hoy, nadie lo duda.
Desde esta perspectiva, el estancamiento actual es más bien una corrección natural, que elimina proyectos especulativos y obliga a repensar las bases del ecosistema. De hecho, algunas iniciativas Web3 siguen mostrando avances sólidos en campos como finanzas descentralizadas (DeFi), propiedad digital de juegos (GameFi) y trazabilidad en cadenas de suministro.
La curva de adopción
Según el investigador de tecnología Chris Dixon, el progreso en tecnologías disruptivas sigue una curva en forma de “S”. Al principio hay mucho entusiasmo y exageración; luego llega la desilusión y el escepticismo; finalmente, se consolida el impacto real. La Web3 estaría entrando en esa segunda etapa, donde se filtran las promesas vacías y se enfocan los esfuerzos reales.
Problemas de diseño y comunicación
Otro factor clave en el estancamiento es que la Web3 ha sido difícil de entender y de usar. Para el usuario promedio, crear una wallet, gestionar llaves privadas o pagar comisiones en criptoactivos no resulta intuitivo. La falta de diseño centrado en el usuario ha hecho que la experiencia Web3 se perciba como torpe y excluyente.
Además, la narrativa pública se centró demasiado en la especulación y el dinero fácil, lo que erosionó la legitimidad del movimiento ante el ojo público. En lugar de vender una revolución ética o tecnológica, muchas voces en el espacio vendieron «el próximo NFT que te hará rico».
¿Hay señales de esperanza?
Sí. Aunque el ruido ha bajado, la innovación en Web3 continúa. Algunas tendencias positivas incluyen:
- Infraestructura de segunda capa (como Optimism o Arbitrum), que mejora la velocidad y reduce los costos de transacción.
- Wallets más accesibles, integradas en navegadores y apps móviles, como las de Coinbase o MetaMask.
- Integración progresiva en juegos tradicionales, como Ubisoft o Epic Games explorando economías descentralizadas.
- Casos de uso reales en identidad digital, pagos internacionales, y organización comunitaria.
Empresas como Nike, Starbucks y Reddit han implementado soluciones Web3 sin usar directamente la palabra “blockchain”, enfocándose más en la experiencia del usuario que en la tecnología subyacente. Eso puede ser clave para su adopción futura.
¿Qué debe cambiar?
Para que la Web3 retome el camino del progreso, los analistas coinciden en algunos puntos clave:
- Mejorar la experiencia de usuario y eliminar la fricción técnica.
- Construir casos de uso reales, más allá de la especulación financiera.
- Educar al público, con un lenguaje claro y transparente.
- Colaborar con reguladores, para establecer marcos legales que protejan a los usuarios sin frenar la innovación.
- Fomentar diversidad y accesibilidad, para que no sea un movimiento elitista o limitado a tecnólogos.
Conclusión: ¿visión fallida o solo retrasada?
La Web3 no está muerta, pero sí está en un momento crítico de reflexión y redefinición. El entusiasmo inicial ha dado paso a la realidad de que construir un nuevo Internet descentralizado es mucho más difícil de lo que parecía.
Lo que ocurra en los próximos años —especialmente en términos de adopción masiva, regulación y madurez tecnológica— definirá si la Web3 fue una visión adelantada a su tiempo o una utopía mal ejecutada.
Por ahora, la historia de la Web3 sigue escribiéndose.